CREAR MÚSICA A LO POBRE
Quirkyoddgirl, la chica indie a la que llaman la Girl in red de España




Galería de la artista Quirkyoddgirl.
Ana Belén Castaño, 1 de febrero 2021
Noor Jover Benslimane es una malagueña de 16 años casi recién cumplidos. Vive en Fuengirola. Muchas tardes se las pasa en un skate park que está justo al lado del centro comercial Miramar y del río. El sitio no es solo para skates, hay hueco para las BMX y los patinetes –esta vez no son los típicos eléctricos–. Solo hay chicos y ninguno lleva mascarilla, excepto algún “exagerado”, como dicen.
Son las seis de la tarde. Nada más ver la hora en la pantalla de su móvil, Noor telefonea a su mejor amiga, que ya debería estar en el skate park. No tiene suerte. No descuelga la llamada. “Voy a llamar a mi otra amiga a ver”, suelta y llama a Esther Höhle. “¿Vas a venir al final? Yasmin no me coge la llamada y no sé dónde está”. Se le escucha a Esther a cierta distancia del teléfono. Comunica que está llegando y que viene en moto.
Mientras tanto, la Quirky solo se dedica a soltar:
¡Tengo frío! ¡Madre mía si tardan! ¡A las siete me voy, que tengo que estudiar!
Normalmente viste con ropa ancha y colorida, así en plan indie. Hoy no. Hoy ha decidido ir de negro –una camisa desabrochada encima de una camiseta, unos vaqueros anchos, unas botas y un bolso posado en su hombro derecho– y robarle el abrigo a su madre.
—A mí me dicen que visto indie por seguir modas de TikTok y hoy voy de empresaria rara o algo —espeta y se le escapa una risilla tras la mascarilla quirúrgica—. ¡Yo qué sé! Depende del día me visto de una manera u otra.
Eso sí, lleva las mismas cadenas colgadas del cuello, casi todos sus dedos están presos de sus anillos y las uñas pintadas de negro. Tiene el pelo castaño, medio largo y rizado. De un pómulo de sus orejas pende una púa de guitarra gracias a un pequeño aro. Lleva unas gafas de sol finitas con un toque antiguo. Toda la pinta de encantarle lo vintage, sobre todo de los 80. Y no le es fácil ver con ellas al no tenerlas graduadas.
Noor se sienta en el bordillo junto al río, con cuidado de no caerse en él. “¡Madre mía! Y me quería poner falda hoy”, suspira al sentir el fresco de la tarde. Todavía no llegan ni Yasmin ni Esther. De repente Esther le hace una llamada a Noor y ella le pregunta: “¿Dónde estás?”. Pero Esther se asoma por la parte izquierda del gran muro lleno de grafitis. Al mismo tiempo lo hace Yasmin por la derecha.
—JAJAJAJA —se ríe Noor—. ¡Las dos a la vez! —grita a sus amigas. Se levanta y camina hacia ellas con ganas.
—Estaba aquí desde las seis —destaca Yasmin Quesnel, una chica de pelo rubio, largo y liso; de ojos claros y piel blanca. Con la mascarilla negra que tiene puesta le da un cierto aire a Taylor Swift. Lleva una sudadera roja con capucha y unos vaqueros que esconde sus zapatillas por detrás.
Noor y Yasmin se abrazan como si no se vieran mucho. Después, Noor habla con ellas. Les indica que opinen sobre su música y también quiere que recuerden anécdotas juntas.
—Ay, ¿qué voy a contar, Noor, si eres una mierda? —es lo primero que se le ocurre a Yasmin. Se ríe y Noor la acompaña, siguiéndole la coña.
—¡Cantas fatal! —le sigue el rollo Esther, otra chica de la misma edad que las dos. Tiene el pelo castaño, igual de largo que Yasmin y liso. Tampoco es morena de piel. Lleva una sudadera negra con capucha debajo de una chaqueta beige desabrochada. También tiene unos vaqueros como su amiga, pero no tan largos y un poco más ajustados. No se ha olvidado de su riñonera negra colgada en su hombro derecho ni de su tabla. Porta el skate en su mano derecha y lo lleva de manera que la lija no arañe su ropa.
—Sentaos si queréis —suelta Noor, pero solo se sienta Esther. Noor y Yasmin se quedan enfrente de ella. La acorralan.
La primera que empieza a recordar es Yasmin. Conoció a Noor cuando estaban en infantil. Al principio se peleaban mucho, pero terminaron juntándose siempre, haciendo juegos de música… Siempre han estado conectadas con la música. Hasta cantando en vídeo llamadas de Skype. Y así se quedó el friendship. Se ríe Noor de su bilingüismo. Desde siempre han compartido el mismo gusto de artistas y de todo. Ella empezó en el conservatorio mucho antes que Yasmin. Por tanto, Noor aprendió a tocar la guitarra y eso le inspiró mucho.
—¡Me compré el ukelele por ti! —le refuta Noor—. Y luego me compre la guitarra por el ukelele.
—¡Es verdad! —le responde Yasmin—. Ah, compraste el ukelele por mí y la guitarra por el ukelele. ¡Qué bonito! —se “descojonan” las tres.
Luego, Noor se compró una guitarra eléctrica y Yasmin un bajo. Aprendió a tocarlo y su amiga la guitarra. Además, querían hacer un dúo. Por eso, cuando quedaban, se ponían a tocar, a cantar, a grabar minivídeos… Subían canciones a Internet por la cara. Pero Noor tenía nivel y su mejor amiga lo notaba. Y las “canciones estas de la Quirky” inspiradas en “cosas de la vida”. Se les escapa una risilla tonta.
—¿Tú considerarías que soy la Girl in red de España? —le pregunta Noor de manera desafiante.
—Emm… ¡Sí! Sí, la verdad. A ver, no eres gay, pero eres bi. Eres la The Neighbourhood de España.
Yasmin no se calla y sigue hablando de Quirkyoddgirl, porque le encanta su música y sus letras. “La melodía la saca… PERFECTA”. Confiesa que cada vez que le envía Noor una canción y la escucha llora. La primera vez llora y ya a la segunda la canta. Con esto se ríen todas a carcajadas.
—Me emociono… Sí, porque llevo mucho tiempo contigo —concluye con tono tierno y se abrazan las tres soltando un “ooooh, ¡qué bonito!” con ojos achinados.
Esther toma la palabra. Conoció a Noor gracias a que ella estaba en el conservatorio. Pues Noor publicaba historias en Instagram cuando estaba allí y se le veía “to amargá”. Comienzan a reírse todas y no paran. Entonces un día Esther le respondió a una historia porque tenían una amiga en común. Otra razón fue porque a ella también le ha gustado de siempre la música. Pero ella lo tenía “a lo callao, como que me daba más vergüenza”.
—Le respondí diciendo OH MAI GOD, ESTÁS EN EL CONSERVATORIO.
—Y después empezamos a hablar porque subí un vídeo tocando una canción, la de Lost Boy —confiesa Noor— y me dijiste ESA CANCIÓN.
—Oooh, es que ESA CANCIÓN…
—Al final acabó siendo nuestra canción.
Esther todavía recuerda que la primera vez que quedó con ella fue en su casa. ¿En su casa para qué? “Pa tocar la guitarra y pa cantar”. Noor no se acuerda bien de eso. Solo recuerda que las primeras veces que quedó con Esther y otras más fue en el Miramar.
Noor es su animadora. La anima en la música y Esther le comenta: “Tía, dame tu canción”. Y le envía su canción. Siempre están así, siempre están con la música y siempre hacen dúos, que graban en vídeos guardados en secreto. Solo para ellas. Puede que alguna vez algo se haga público en las redes sociales pronto.
—Como que nos apoyamos todas en la música —concluye Esther con brillo en los ojos—. Es lo que más nos une en realidad.
—¡Sí! Además, mis amigos me pasan material para mis canciones y yo se lo doy a ellas —contesta Noor con ánimo—. Vamos en cadena.
—¡Ahora vamos a hacer una canción juntas!
—¡Es verdad, es verdad! —a Noor casi se le escapa ese detalle.
—¡WOOWW! —grita Yasmin, que lleva todo este momento callada, solo se dedica a reír y animar al grupo.
—Tú serías la Clairo española —se inventa Noor mirando a Esther—. No, espera. Tú serías la Clairo —señala a Yasmin— y tú… Esther —se ríe apuntándole con su dedo índice.
La conversación finaliza con que Esther se llamaría artísticamente con su nombre y su apellido Esther Höhle, porque a sus amigas les parece preciosos para ello. Para Quirkyoddgirl, el año que viene habrá una Esther Höhle que le haga competencia.
A la tarde siguiente, llegan al mismo skate park dos skaters adultos: un hombre de melena rubia bajo un gorro de lana morado, y una mujer con una gorra rosa. Él lleva una camiseta de manga corta, un pantalón de chándal y unas Vans destrozadas. Esconde su mirada en unas gafas de sol negras. Ella va muy abrigada –una chaqueta, una sudadera y unos vaqueros– y está protegida por muñequeras y rodilleras. Señal de que es principiante.
Transcurren quince minutos y llega Noor pese a tener un examen “complicado” mañana. Lamenta el retraso –había quedado a las cinco– y culpa a unas amigas que se ha encontrado de camino. Quiere contar cómo se está haciendo viral su música. No sabe por dónde empezar, así que habla un poco de música en general y de sus gustos.
Mi nombre artístico, Quirkyoddgirl, significa chica peculiar o chica rara. Tira hacia el buen sentido. Rara en el buen sentido. Los adjetivos quirky y odd vienen de una canción y de un programa de competición de drags. La primera palabra tiene origen en I love you will you marry me de Yungblud y la segunda viene de RuPaul’s Drag Race, que está en Netflix. Ese programa es… vaya, lo mejor. Hay una drag con la que me siento identificada. Es como la puta ama. Se llama Yvie Oddly. Yo creía que odd significaba impar y ya. Lo busqué y también es peculiar, extraño. Igual que quirky.
Al tener ambas palabras, le añadí girl. En ese tiempo estaba rayada. Me quería llamar Noor Luna. En TikTok y en mi cuenta de covers lo tenía así hasta hace nada. Pero cuando vi esos conceptos juntos pensé “mmm…” y me moló. Hay un montón de nombres artísticos que no tienen sentido y están ahí: Girl in red, Arctic Monkeys… Quirkyoddgirl me sonó bien y me pareció que pegaba con mi estilo. Es fácil de pronunciar, aquí no mucho. Me llaman la Quirky. En España voy a ser esa —se ríe un rato y descansa la lengua.
Cuando me dicen que soy la Girl in red de España, me río. Eso no lo había pensado ni yo. En TikTok intento promocionar mi música, que alguien más la escuche, que más gente me descubra y, de repente, alguien me pone un comentario que dice:
¿Entonces ahora te podemos llamar la Girl in red de España?
Y yo: Oooh. —SORPRENDIDA— ¡Qué fuerte! ¡Ojalá! ¡Me muero! Además, dicen que mi estilo le recuerda a la artista. Si la gente quiere, yo soy la Girl in red de España.
Siempre he odiado la música en español. Pensaba que era reggaetón, flamenco o Pablo Alborán. Hasta que mis amigos me enseñaron quién es Sen Senra. Me di cuenta de que existe la música alternativa en España. Por eso, a veces canto en español. De pequeña decía que de mayor quería ser inglesa. Me encantan los idiomas y se me dan muy bien. Todo lo que produzco y casi pienso es en inglés. Tengo muy buena pronunciación de escuchar canciones y de hablar con mi mejor amiga, Yasmin, que es inglesa. Se me da bien imitar lo que escucho. Es más, me sé y canto canciones en árabe, y no sé hablar árabe. Y eso que mi madre es marroquí.
Un día después ya es jueves y Noor lo sabe. Quiere tomarse el día un poco de relax. QUE VIENE EL FIN DE SEMANA. Así que está en su cuarto, que también le sirve de estudio de grabación. Al entrar, la sensación es de “esto parece desde un bar indie rock hasta una sala de bellas artes”.
Paredes blancas. Luz led morada. Pósteres de bandas y artistas musicales. Guitarras eléctricas y acústicas colgadas y no colgadas. Tocador con espejo, dibujos y vela encendida. Ventana con algunos dibujos pintados. Escritorio blanco con apuntes encima. La silla del montón de ropa solo con una chaqueta colgada. Cama que parece un sofá con sus cojines cuando está hecha.
Parece que tiene todo en orden, dejando aparte que tiene su micrófono y su portátil guardados. Quirkyoddgirl se sienta en su cama y habla de su música –la “independiente”, como la nombra ella– y de Bathroom, la primera canción creada entera por ella misma en este simple estudio.
Me rayé un montón al componerla yo sola. Tardo muchísimo porque no me salen cosas. Cuando escribo me baso mucho en lo que escucho y me inspiró en detalles. Es decir, la batería va a ser así o acordes así… Pero no saco la letra de momento. Entonces fue un día que estaba tocando con la guitarra, como todos los días, e hice un acorde que hasta ni yo sabía cuál era. Lo hice y sonó muy bien. De hecho, se parecía mucho a unos acordes de una canción del grupo Bedroom. De ahí viene el título de la canción. ¡Muy gracioso todo!
Hasta después de mucho no tenía letra. Me puse a grabar a ver si se me ocurría algo. Claro. Cuando lo tengo grabado en el ordenador y canto por encima es más fácil. Lo grabé, lo puse y lo guardé con el nombre de Bathroom. Lo dejé así porque me parecía curioso. Puse batería de esta manera… añadí un teclado para dar más ambiente… Yo no sé mucho de producción, así que voy probando todo el rato lo que me suene bien. ¡Como si meto el sonido de un tractor! ¡Experimento lo que sea!
Por otra parte, quería probar a hacer coros. Nunca los había hecho. De hecho, me estreso mucho haciéndolos porque produzco a lo pobre. Es decir, tengo un ordenador portátil que no tiene casi nada de espacio, un micro de imitación, de una página, que a veces no funciona y me tengo que poner a grabar con el móvil… y ponerme un caso… y después otro casco… O sea, una paranoia. Grabo muy mal.
La siguiente canción la voy a grabar con un amigo porque tiene un estudio de música en casa que es el triple mejor que el mío. Le dije: “Me estoy estresando, lo voy a grabar contigo y punto”.
Entonces, lo que hice fue grabar las voces y se me ocurrió la melodía de tararará. ¡He hecho una canción que era todo lo que yo odiaba! Es comercial, repetitiva y con poca melodía. Mi intención no era esta. La canción es simple, pero simple no es peor y muchas veces menos es más.
Lo del efecto “teléfono” que uso en la canción, también lo utiliza Britney Spears como otros artistas. Es como si sonase un audio de un móvil. No sé ni por qué lo hice. Creo que estaba grabando y dije alguna frase en plan me estoy estresando, porque me estreso mucho. Será eso. Lo grabé y me gustó. No me acuerdo si lo saqué de alguna canción. Como hago la canción sin planearla, pues lo que me salga lo pongo. No me acuerdo casi. Para ser simple mi última canción, he hecho algo que ha hecho Miley Cyrus sin darme cuenta. ¡Eso es un halago para mí! O sea, ¡Miley Cyrus es una DIOSA!
El dibujo de la portada de Bathroom es mío. De pequeña dibujaba mucho. Era la típica que dibujaba muy bien, tenía mis libros de diseño de ropa… Diseñaba fatal obviamente. Tendría unos ocho años. Dibujaba un montón y me gustaba. Para ser una niña pequeña dibujaba muy bien. De un momento a otro dejé de dibujar. Ni siquiera toqué un lápiz ni un papel en un montón de tiempo. En la época que estaba haciendo la canción, dibujaba en clase y en mi casa, cuando me aburría mientras estudiaba.
Me inspiraron unos vídeos de TikTok de una chica que hacía animación con un dibujo que tenía una cara pintada en papeles diferentes —de repente suena BB Talk de Miley Cyrus en su móvil—. ¡Se ha puesto sola! ¡Hemos invocado a Miley! —se ríe—. En dos semanas hice muchos dibujos y entre ellos elegí uno para la portada de Bathroom. No sé quién tenía algo así también como portada —se para a pensar—. ¿Tal vez Girl in red? —se vuelve a reír—. ¡Sería gracioso! Había un artista que tenía un dibujo así, como el mío, de portada con un fondo raro. No me gustaba cómo quedaba el dibujo solo y no sabía qué más ponerle.
Aparte, no sé nada de edición o diseñar ilustraciones en el ordenador. Ni idea. Hasta pedí ayuda para el otro dibujo para el cover del EP. Así que encontré unas fotos en mi galería que había hecho en un campo cerca de mi casa. Eran fotos de unas flores preciosas y las coloqué de fondo para el dibujo. Me tiré como media hora editando porque soy un desastre y el programa no iba bien. El resultado quedó súper chulo y así se quedó.
Arctic Monkeys, The 1975, Nirvana y Taylor Swift observan a Noor en su cuarto. Ella está callada mirando a través de la ventana. Ya se ha hecho de noche. Entonces agarra su móvil, lo deja en el mueble, enfrente de su cama, y saca la guitarra eléctrica blanca de su pared. Se sienta en su cama. Se la apoya en la pierna y la toca para comprobar la afinación. Una vez afinado el instrumento, abre TikTok desde su dispositivo. ¡Exacto! Graba un vídeo en la app, como todos los días, que luego acaba publicado en su perfil. “Quirkyoddgirl, ¡algún día acabarás triunfando!”, remata Noor sonriéndole a su reflejo.