ROJO Y NEGRO POR LAS CALLES DE MADRID

Louis Tomlinson arrancando su concierto en el Wizink Center de Madrid.
Ana Belén Castaño, 07 de octubre de 2023
En la plaza de La Nogalera de Torremolinos ondea la bandera LGBT+ algo diferente a la que tenía antes. Se trata de
la misma pero con una franja marrón y otra negra, incluyendo así a las personas racializadas. Justo enfrente, en la estación de tren, se encuentra Lucía, quien llega con entusiasmo por vivir otro Orgullo más. “Ya había ganas después del desfile del año pasado”, suelta.
Al poco rato, aparecen María y Mari Pili. Son dos chicas que estudian maquillaje y lo demuestran en sus rostros. La primera tiene unas sombras de colores alrededor de los ojos y a la segunda le aparece un arcoíris entre dos nubes en cada párpado. Lucía saluda a ambas. Pero rápido desaparecen para ir a comprarse unos abanicos con la bandera. Mientras tanto, Lucía se encuentra con Haru, una persona ‘nb’ maquillada parecido a las Maris. Se presentan porque nunca se han visto hasta ahora.
Las maquilladoras regresan súper contentas al punto de encuentro con sus abanicos en las manos. Entonces deciden tirar para el ayuntamiento, desde donde sale el desfile de carrozas. Pero calle más abajo ya se encuentran con dos coches descapotables con los cuatro asientos ocupados, dando comienzo el espectáculo.
“Nunca he venido a ningún Orgullo”, declara Mari Pili mientras presta mucha atención a la primera carroza y a la canción que suena. Muchos temas de Eurovisión, y no solo de este año, retumban en Torremolinos. El que más triunfa es ‘SloMo’, de Chanel. Se percibe por el canto de las personas en las aceras de la larga calle. Además, por mucho que quieran acercarse
a la pasarela para disfrutar más aún, no deben. Hay cintas de la policía con el fin de impedir que se metan en medio. A pesar de esto, varias se cuelan. Incluso Haru, María y Mari Pili para hacerse una foto con una mujer que parecía Súper Trans, llevando ropa hecha a mano con colores de la bandera trans.
Tras varias carrozas, Mari Pili se echa adentro del desfile y vuelve con una lata de cerveza. “¿Has pillado cerveza de
la carroza?”, le pregunta Lucía. “Gratis”, es lo único que sale de la boca de Mari Pili, dándole un sorbo. “Yo quiero”, se une Haru. “Hay que conseguir para todas”, planea María. Así que van al ataque. En las siguientes, empiezan a pedirlas y con muchos noes, se hacen con varias. Mari Pili y María pisan la acera donde están Lucía y Haru con cuatro latas. “Ya tenemos de sobra”, indica Mari Pili ofreciéndoles las bebidas.
Ya cerca de donde acaba el espectáculo, el centro cultural Pablo Ruiz Picasso, intentan subirse a alguna carroza para terminar de la mejor manera. “Quiero tener la experiencia de subirme a alguna”, expresa Lucía. Aunque ve que la gran mayoría están cerradas, prueba en las que están más vacías y abiertas, con la posibilidad de acoplarse. Y se hace con
su objetivo.
En cuanto entra, le envía una foto a Mari Pili como demostración de su constancia. “Lo va a flipar cuando la vea”, suelta.
Su amiga le pregunta por chat cuál es en la que dejan pasar a la gente. Lucía se lo comunica. Una mujer de unos treinta y algo se le acerca. Le saluda y tal y de repente le ofrece dos gafas suyas para que se las probara: unas negras gruesas con pinchos en las lentes a lo Lady Gaga y otras finas con los cristales en forma de alas de hada con los colores del arcoiris.
A los pocos minutos aparecen las Maris y Haru. A los pocos minutos aparecen las Maris y Haru. Lucía trata de ayudar a
Mari Pili primero para que vayan uniéndose a la fiesta. También vino un hombre a echarle una mano al grupo (nunca mejor dicho). “Hay cerveza y refrescos en los cubos”, incita Lucía para que vayan al ataque. Obviamente que pillan algunas latas para cada una.
En este momento, no paran de grabar vídeos bailando y a la gente de las calles. Tampoco se olvidan de hablar y reírse con dos chicos que van disfrazados de oso y de tigre dentro de la carroza. Mari Pili y María se bajan ya para llegar en
el patio del centro cultural y mirar los puestos de merchandising y de comida para cenar algo.
En breve el desfile para porque llega a la meta. Haru y Lucía se miran y corren a los cubos de las latas. Atrapan dos o tres
de cerveza cada una. Una en la mano y una o dos en sus mochilas. Pero las pilla un hombre que les pregunta si están robando las bebidas. Ambas se miran y seriamente lo niegan. El hombre se ríe y expresa que le da igual, que es para que luego le inviten. Lucía y Haru se descojonan. Salen de la carroza pegando un salto.
“Ahora a mirar puestos”, remata Lucía caminando directa a uno de banderas de todo tipos de identidades y orientaciones sexuales. Haru la sigue con gran entusiasmo.